Zombie Walk Quito 2024: ¿Evento de horror o celebración de identidad?
Desde su inicio como una pequeña reunión entre amigos, el Zombie Walk en Quito ha evolucionado hasta convertirse en el festival de terror más grande del Ecuador. Este evento icónico, que celebró su décimo tercera edición el pasado 31 de octubre, reunió a miles de personas en una caminata llena de disfraces, música y una comunidad que comparte su pasión por el horror. Para entender mejor esta tradición, conversamos con Andrés Barragán, director y organizador del Zombie Walk.
Barragán, quien asistió por primera vez como participante en 2010, recordó cómo surgió la idea entre un grupo de amigos mientras compartían cervezas y charlaban sobre cine de terror y Psychobilly.
“Esperábamos unas 100 personas, y terminamos siendo 400”, comentó. Este inesperado éxito inicial fue el catalizador para que el evento continuara creciendo. Desde entonces, la organización ha logrado convocar a miles de personas cada año, sin perder su esencia de autogestión y colaboración entre la comunidad.
“El secreto del Zombie Walk está en que la misma gente es el espectáculo. Nosotros solo brindamos el espacio seguro y la logística, y ellos crean la magia.”, Andrés Barragán.
El organizador de esta caminata asegura que la gente solicita el evento con meses de anticipación porque se ha vuelto una tradición. «Este evento no es solo un festival de terror; es una oportunidad para que las familias y comunidades celebren juntos,” asegura. (Conoce más sobre la tradición de Zombie Walk en Ecuador en este enlace).
Trece años de sustos y sorpresas
A lo largo de los años, el Zombie Walk ha evolucionado para incluir diversos escenarios, desde centros comerciales hasta espacios culturales como la Casa de la Cultura y el boulevard de las Naciones Unidas.
Cada edición trae nuevas actividades y detalles: en 2024, los asistentes pudieron disfrutar de pintucaritas, cazadores de zombis y un festival de música en la Plaza Foch. Además, se realiz+ó una feria de emprendimientos para reactivar a La Marical.
“La gente interactúa y se empodera del evento; el secreto es ofrecerles una plataforma segura para expresarse”, afirmó Barragán.
A pesar de las limitaciones y dificultades, incluyendo la pandemia y los desafíos logísticos de cada año, el evento continúa superando expectativas. “Nunca nos han decepcionado; con o sin lluvia, los zombis siempre están allí”, bromeó Barragán.
Un festival familiar y seguro
Uno de los aspectos que más destacan del Zombie Walk es su enfoque inclusivo. A diferencia de otros eventos de terror, este festival se ha convertido en una tradición familiar. “Desde el inicio hemos querido que sea un espacio seguro, libre de alcohol y drogas, donde todos puedan divertirse”, explicó Barragán.
Además, el evento cuenta con la colaboración de la Secretaría de Cultura y socios estratégicos, lo que permite garantizar la seguridad de los asistentes y brindar actividades complementarias como sorteos de juguetes y premios.
Entre las anécdotas más recordadas, destaca el día que celebraron la entrega de la “Estrella del Paseo de la Fama” a la banda Basca en el Centro Comercial El Recreo. “Hemos tenido grandes artistas que han querido participar en este evento porque saben lo especial que es para los asistentes,” cuenta Andrés.
Zombie Walk y su impacto cultural
El impacto del Zombie Walk en la cultura local ha sido tal que otras ciudades de Ecuador, como Guayaquil y Loja, han adoptado esta celebración. Sin embargo, el de Quito sigue siendo el evento más grande y conocido, atrayendo a artistas locales y figuras reconocidas en la escena del terror ecuatoriana.
A lo largo de trece años, el Zombie Walk ha sabido adaptarse y mantenerse como un referente del horror en el país. Más allá del entretenimiento, este evento permite a los asistentes expresar su creatividad y sumergirse en una atmósfera que conecta a personas de diferentes edades y estilos de vida. Barragán y su equipo están comprometidos en mantener esta tradición viva y, sobre todo, accesible para todos.
El próximo año, la comunidad espera ansiosa la siguiente edición de este festival de terror que, más que asustar, nos recuerda la importancia de la comunidad y la celebración de la cultura alternativa.